¿Cuántos me han visto?

lunes, 9 de abril de 2012

Ruta del Barranco Cardoso y Castillo de los Ares (Pozondón)

Barranco Cardoso
Para nuestra nueva ruta, realizada en la tarde del día 7 de abril, nos desplazamos en coche a Pozondón, pueblo vecino de Monterde. Realmente se puede ir andando, ya que existe ruta señalizada, pero que resulta excesiva, teniendo en cuenta que no disponemos de demasiadas horas y que nuestra intención es llegar hasta la Piedra del Peruano, en el Barranco Cardoso, pasando por el Castillo de los Ares.
Desde Monterde vamos con el coche hacia Pozondón, cogiendo la carretera a Santa Eulalia del Campo. Nada más terminar una bajada pronunciada que existe en este carretera se encuentra, a la izquierda el camino que sirve de inicio a nuestra ruta y que se encuentra señalizado con un cártel de “Castillo de los Ares”. Aunque nosotros dejamos el coche al principio de este camino, es posible avanzar más en vehículo y acortar la ruta, ya que la pista se encuentra en bastante buen estado.

El principio de la ruta que transcurre por estos llanos de Pozondón se hizo un poco duro por el frío y aire que hacía, con momentos de nieve y de matacabras que cortaban la cara.

Tras un tramo de cerca de dos kilómetros, con vistas a un barranco a la derecha, llegamos a un cartel que indica el camino hacia Pozondón (3,5 Kms) a la izquierda y hacia el Castillo de los Ares (1 Km.), el Barranco Cardoso (2,5 Kms.) y Ródenas (7,5 Kms), siguiendo recto.

El camino va descendiendo paulatinamente, sin ninguna complicación, ya que, como hemos dicho, es posible hacerlo incluso en coche, hasta llegar al lado del Castillo de los Ares, situado a nuestra derecha sobre un promontorio de piedra de rodeno.


En este punto podemos observar el cambio del paisaje de roca caliza al de piedra de rodeno, con su característico color rojizo. Aquí el camino se bifurca, con la posibilidad de girar hacia la derecha, en dirección al Castillo, y continuar hacia Almohaja y Peracense, o de seguir recto hacia el Barranco Cardoso. Por nuestra parte, a fin de no entretenernos demasiado, preferimos seguir hacia el Barranco, dejando la visita al Castillo para la vuelta.

Pasado este punto, el camino sigue bajando, introduciéndose en la zona rocosa y de barrancos. Es muy recomendable pararse en un mirador natural de roca, situado a la derecha del camino, desde el que se tienen unas bonitas vistas del barranco.

Este mirador se encuentra unos veinte metros antes de llegar a la señalización de entrada a este barranco, hacia la derecha, y en el que existen grabados rupestres.

Estos grabados, al parecer se encuentran en un abrigo natural de la roca, formado por la erosión del agua, aunque realmente son difíciles de encontrar. Por nuestra parte no tuvimos ningún problema en ver los “grabados” de los imbéciles y capullos que les gusta firmar su paso, aún a costa de dañar el patrimonio natural o histórico. Hay una piedra, separada del abrigo, en la que se observan marcas que, creemos, son parte de los verdaderos grabados rupestres.

La ruta continúa a partir de este punto entre rocas y chopos hasta llegar al límite para vehículos, donde el camino se convierte en senda, hasta desaparecer, al introducirse en la zona rocosa del barranco.


 Tras unos pocos metros nos encontramos con la Piedra del Peruano, escultura de más de dos metros, de estética precolombina, tallada en rodeno en una roca que conforma una especie de altar natural, por un vecino de Pozondón de origen peruano. Resulta curioso encontrarse esta figura en mitad de un barranco de la Comarca de la Sierra de Albarracín.





El camino continúa por el barranco hacia un poblado íbero y otros grabados rupestres, que según la señalización se encuentran a un kilómetro, pero que preferimos dejar para otra ocasión, ya que tenemos pendiente ver el Castillo de los Ares y puede hacerse tarde.

El regreso se realiza por el mismo camino que para la ida, con la diferencia de que ahora es casi de continuo ascendente, y que el Castillo ahora lo encontramos a la izquierda.

El Castillo, del que desconocemos su origen y época, estaba construido con piedra de rodeno, como lo atestiguan los pocos restos que quedan, compuestos por unos pequeños tramos de muralla o muros, y la mitad de un torreón. Vale la pena subir a lo que en su momento sería el patio o el cuerpo del Castillo, desde donde se tienen unas bonitas vistas del entorno, con campos delimitados por muretes de piedra.




Realizada la visita a las ruinas del Castillo, regresamos al camino, que continúa ascendiendo hasta llegar a la zona de llanos y al punto donde hemos dejado el coche y que supone el final de nuestra ruta.
En resumen, la distancia total recorrida será de aproximadamente 11 kilómetros, sin ninguna dificultad técnica, aunque muy interesante y atractiva. Por nuestra parte tendremos que repetirla, a fin de llegar hasta el poblado íbero que nos ha quedado pendiente.

3 comentarios:

  1. Heee, mamoncetes os podeis agarrar de la mano, que en este pais lo de ser guay, digo gay, ya no esta mal visto. Bueno un poco sii.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tú tranquilo, Contreras, que no está mal visto que no lleves el sillín en la bici.

      Eliminar
    2. Cacho perros, haber si os vais de paseo, que os meneais nemos que la perra de tu primo.

      Eliminar